En julio de 2016, un avión nos depositó en el Aeropuerto de Carrasco en Montevideo. Atrás había quedado Ecuador, escenario gestor de incontables anécdotas de viaje vividas, muchas de las cuales fueron oportunamente narradas en este blog.
La idea de viajar libres por Europa tomó forma de plan concreto a partir de la compra de un boleto aéreo a París, por allá por octubre de 2016. Sebastián y este bloguero éramos, por aquél entonces, los que teníamos determinado viajar al viejo continente en julio de 2017, y sabíamos perfectamente que para afirmar con plena certeza que "iremos a Europa", teníamos que comprar esos tickets, haciéndolo lo antes posible para abaratar costos. Luego vendría el armado del viaje con la inclusión de los destinos, el cálculo de los tiempos de estadía en cada lugar, alojamientos, transportes internos y otros gastos. Pero primero lo primero: comprar el boleto.
Y eso hicimos. Después de seguir de cerca un tiempo las fluctuaciones de los precios, decidimos comprarlos por el que venía presentándose incambiado a lo largo de los días, a un costo de 1000 dólares. Si esperábamos un día más, lo podríamos haber comprado a 900. Nos consolamos diciéndonos que el arte adivinatorio no era lo nuestro, y que al menos ya sabíamos que, por fin, estábamos virtualmente en París, y se lo podíamos decir a todo el mundo.
París. |
Con el tiempo surgieron muchas novedades entre la compra de aquéllos pasajes en octubre de 2016, y nuestra llegada al Aeropuerto de Carrasco en junio de 2017 para embarcarnos con dirección al viejo mundo. Sebastián y yo armamos el recorrido, elegimos destinos, y con algo de pesar, quitamos otros. El plan de llegar a Volgogrado -ex Stalingrado-, ir a Finlandia a ver auroras boreales, o recorrer los pequeños países bálticos de Estonia, Letonia y Lituania, quedaba fuera del proyecto. También otros destinos más tradicionales como España o Italia. Algunos lugares quedaban fuera por ser poco prácticos de unir por las distancias, otros por temas de imposibilidad climática -como el de las auroras, que se ven en enero y no en junio-. En el itinerario creado por nosotros figuraban dos o tres días en París, un vuelo a Polonia, la visita a Auschwitz, el cruce a la República Checa para llegar hasta Praga, luego Berlín en Alemania, Ámsterdam en Holanda, Bruselas y Brujas en Bélgica, para concluir nuestra odisea en París, emprendiendo luego el regreso a Montevideo. Habíamos elegido sitios comunes para el turismo tradicional, pero nosotros le pusimos nuestra impronta como es habitual, proponiéndonos el desafío de cruzar Europa de este a oeste. Porque Polonia siempre estuvo en nuestra mente, y el campo de Auschwitz, así como otros destinos que guardaban estrecha relación con la Segunda Guerra Mundial, figuraban en nuestro plan inicial.
Brian descartó viajar por temas personales, pero se sumó Martín en febrero de 2017, siendo co gestor de la organización del itinerario, principalmente en lo concerniente al recorrido por París, puesto que él llegaría un par de días antes que el resto de nosotros. Más tarde apareció Mauro, un viejo amigo de años para sumarse al grupo. Terminó siendo un pilar fundamental en la concreción del proyecto tal como se pensó inicialmente. Y mi hermano, por primera vez haría un viaje a mi lado, constituyendo una sorpresiva incorporación. Se había conformado un impensado quinteto, cuando en un inicio éramos solo dos personas llevando adelante este plan no exento de cierta audacia. Además en Europa, estaba la más que factible posibilidad de reencontrarme con un par de amistades que había cultivado en distintas partes de Sudámerica. De ambas, se concretó el reencuentro en Praga con Ivanna, una muchacha argentina que conocimos con Mauro en Brasil en 2012. ¡Una grande por su buena onda, simpatía permanente y apertura para conocer gente nueva!
Berlín. |
A menudo queremos viajar pero nos impide hacerlo la dificultad económica, otros proyectos o compromisos que nos hacen quedarnos en donde estamos, y hasta allí no hay nada que decir, salvo el deseo de que pronto puedas hacer el viaje que tanto anhelas. Sin embargo, otras veces arrebata nuestros deseos el miedo de salir de casa con la voluntad de vivir algo nuevo -no es igual que la vida nos imponga algo, que salir a buscarlo, porque la actitud no es la misma-. Sabemos que lo nuevo desacomoda, pero a nosotros nos gusta salir a ponernos incómodos viajando, como otros deciden vivir algo nuevo iniciándose como padres, o metiéndose a clases de teatro para mitigar la timidez.
Berlín - el antes. |
Berlín - el después. |
- Martín es dueño de una buena capacidad organizativa, siendo además un tipo muy flexible y dispuesto. Está siempre listo para salir a recorrer un museo, la calle, un bar o unos puentes con vista a los canales. A veces parte de él la iniciativa, y en otras acompaña las ajenas, pero siempre está. No importa qué hora es: el incansable parece no necesitar una pausa para recuperar energías. Es la ruina de las pilas alcalinas triple A. Se duerme el último y se levanta el primero. No sestea. No se sienta. ¿Cuándo duerme? ¿Es humano?
- Famosa fue la charla de Mauro con un señor vietnamita durante la larga espera por ingresar a un baño público en pleno centro de París. Extensa fue la caminata del quinteto en búsqueda de un lugar dónde hacer necesidades para que nuestro urgido amigo pudiera emplear un retrete durante buen rato. Llegar allí, sentarnos en un murito lindero, y verlo contenido sin apenas moverse, aguardando de brazos cruzados que el demorado inquilino del baño saliese, mientras sostenía una charla inverosímil con un pelado vietnamita que hablaba español en París, fue una de las escenas más memorables del viaje.
Brujas. - El metalero Nico regó anécdotas por todo el suelo de la Europa recorrida por el grupo. Este sujeto entabló charlas en vaya uno a saber qué lengua, con distintas gentes en diferentes capitales europeas. Fue visto hablando sobre el mate (¿?) por un par de minutos con un barrendero parisino, con un pizzero en italiano, una vendedora del Puente Carlos en Praga y con un japonés al que le espetó "youuuu, Japaaaannn!" (con vozarrón metalero por favor, que esto no es pa flojos).
- La mala lectura del precio del desayuno en el hotel de Berlín, que nos llevó no solo al mejor desayuno de nuestras vidas durante dos días, sino a pagar 30 euros por cabeza, en vez de los iniciales 9 que habíamos calculado. Mauro fue señalado, Seba se divirtió a costa nuestra por no desayunar, y se acabó nuestro colchón de dinero. A partir de Berlín, viviríamos con frecuencia a base de mortadela, jamón y pan. O hamburguesas de un dólar, como las de un supermercado en Brujas, que les generó algún retorcijón estomacal a Mauro, Nico y Seba.
- Mis motes de "meón" y de bebedor de cerveza son ya conocidos. El agua, el mate o la cerveza hacen que necesite vaciar mi vejiga cada 20 o 30 minutos, cuando tomo alguna de estas bebidas. Pero un día en Berlín, para sorpresa de los muchachos, no quise beber más cerveza ante la falta de baños públicos cercanos.
- El metalero es un rockero de los más duros que puedan existir, y nuestro representante del pueblo del metal en el grupo no podía dejar de procurar ser fiel a las tradiciones de esta facción oscura del rock and roll. Nico no subía escaleras mecánicas, sino que usaba las convencionales. Esto a pesar de una reciente operación reconstitutiva de su pierna fragmentada en varias partes durante un lamentable accidente en San Carlos, acaecido tiempo atrás. Si eso no es metal, ¿entonces qué es? Sin embargo, algunos integrantes del grupo afirman haberlo visto contornear tímidamente su figura al compás del mundialmente popular hit "Despacito", en el interior de un antro polaco. ¿Qué opinarán en el Olimpo del Metal?
Praga. - Con frecuencia caminamos muchísimo por las ciudades, dentro y fuera de las zonas turísticas. Así fue en Bruselas, donde Martín y Sebastián se metieron en las inmediaciones de la estación de tren encontrando la peculiar zona roja de la ciudad repleta de escaparates en cuyos interiores divisaron extrañas siluetas. Cuentan que fue una experiencia de lo más bizarra, de la que no describiré detalles para no herir sensibilidad alguna.
- El retorno a Uruguay fue algo accidentado. El atestado bus del aeropuerto de Orly, al llegar a nuestra parada en una de las terminales aéreas, no nos dio tiempo suficiente para tomar nuestras mochilas y bajarnos. Solo paró, abrió las puertas por unos segundos, y cuando aún estábamos esquivando gente, en aprontes para bajar, arrancó. Nos dejó a un par de kilómetros de donde debíamos descender, en otra terminal, a solo un par de horas de embarcar con rumbo a Madrid. Mauro no estaba porque se tomaba el avión al día siguiente. Entonces vinieron corridas y preguntas en nuestro español a personas que hablaban francés o inglés. ¡Un estrés importante! Al final dimos con el bus interno del Aeropuerto que nos trasladó a nuestra terminal, y el alivio por fin llegó.
- Mauro la pasó peor al día siguiente. No lo dejaron abordar el avión y tuvo que quedarse en París día y medio más. Perdía con ello las conexiones que debía hacer para llegar finalmente al país. Aparentemente no figuraba en la lista de pasajeros por un inconveniente entre la aerolínea y la agencia a la que le compró los pasajes. Momentos de preocupación a la espera de que nuestro lungo amigo abordara el pájaro de acero nos aguardaban a todos. Tras gestiones telefónicas de su novia, que se portó como una campeona con él, Mauro retornó a Uruguay con un par de días de retraso.
Praga. - Los locales de kebab pululan dispersos por toda Europa y comimos en varias ocasiones este rico pero grasiento y aceitoso sandwich de diversos ingredientes. Un día Martín, que degustaba ya a desgano un kebab, se despidió formalmente de esta comida recitando algunas palabras solemnes. Todavía recuerda el día y la hora en que dijo "nunca más". No volvió a probarlo.
- Con desparpajo y la soltura habitual, generando por momentos nuestra perplejidad, Nico se acercaba a los músicos callejeros en Polonia para dejarles pesos uruguayos. Y en República Checa arrojaba en sus cuencos zlotys polacos. El inadaptado de siempre.
- En el Quality Hostel de Bruselas acabábamos de retornar de un paseo por la ciudad. Nuestro cuarto estaba arriba y podías subir por un pequeño ascensor, o hacerlo naturalmente por las escaleras. Martín, que iba primero, subió por las escaleras. Yo iba en segundo término, y decidí tomar el diminuto ascensor que podía contener a tres personas apretadas. Sebastián me siguió, Nico también, y Mauro. Molesto ante el "donde caben 3, caben 4" de mi amigo Mauro, les dije que no podíamos subir todos. No hubo caso, la puerta se cerró y marcamos nuestro piso. El ascensor se trabó y quedamos encerrados. Posiblemente hayan sido 2 o 3 minutos los que pasamos allí, pero para mi -que ya estaba muy enfurruñado- había pasado una eternidad. Empezamos a sudar. Envié mensaje a Martín, pero aún no bajaba. De pronto, mientras anidábamos la idea de que el recepcionista con cara de "poco amigo" nos reprendería severamente, la puerta se abrió por fuera, y para nuestro alivio, no solo salimos del ascensor, sino que una muchacha con rasgos asiáticos era quién nos había rescatado, probablemente sin querer. Subimos y le contamos a Martín, que hizo un comentario en broma que detonó mi furia acumulada, generando una discusión entre ambos.
Bruselas. - Mauro, apodado "Carroll" por su parecido con un futbolista que fue compañero de Suárez en Liverpool, "Hanson" por su similitud física con los músicos, o "Shaggy" (de Scooby Doo), fue expulsado de nuestro vagón de primera clase cuando tomamos rumbo a Brujas, lo que despertó diversión generalizada. Aparte de eso -contado anteriormente-, a una chica le agradó su trasero bajo el toldo de un kiosco en París, y mientras todos esperábamos que la lluvia amainara para salir, tuvo la idea de palparlo un poco.
- En una cálida tarde soleada, echados sobre el césped verde de Champs de Mars al pie de la Torre Eiffel, aproveché para usar el wifi gratis de los ómnibus atestados de turistas que paraban para visitar el lugar. Duraba unos minutos hasta que el ómnibus se iba, pero supe iniciar esta controversial práctica, secundado por mi hermano Nico, alias "mampara" (apodado así por permanecer largas horas escribiéndose por celular con la novia).
Varsovia. - Nico tenía la mampara tan puesta, que una tarde en Cracovia mientras caminábamos por la ciudad, escuché su voz sosteniendo una charla que no parecía tener relación con lo que hablaba el resto. Me doy vuelta y lo veo al tipo hablar por celular con la novia, que estaba en Montevideo.
- Todavía resuenan en cada juntada del grupo desde nuestro regreso, los ecos del "Pablo" del bar polaco, que al conocer nuestro oriental origen , clamó: "Uruguay? Marijuana! I love Marijuana...", y nos sirvió gratis 5 medidas de Soplica, un licor local. Thank you, Pepe Mujica.