Que el blog sea de carácter personal y narre las vivencias desde mi perspectiva, sumado al hecho de que por el momento soy el único "escritor" del grupo, hace que muchas de esas pequeñas historias hayan quedado por fuera de estas notas y es momento de efectuar un acto de redención y retratarlas por escrito para la posteridad, para atesorarlas en una caja fuerte más consistente que la memoria humana que se vuelve selectiva y puede menguar con el tiempo.
En mirador Turi, con Cuenca al fondo. |
- Nuestro querido amigo Martín, durante cada despegue de avión siempre estuvo en el extremo opuesto de la ventanilla de nuestra fila en la aeronave. De apariencia inmutable y cómodamente sentado, lo notamos configurando un momento que no se repetiría en el viaje durante ninguna otra instancia que no fuera el ascenso del pájaro de acero: tomando una revista para leer. ¿Nervios?
- Durante el viaje que nos trasladó de Cuenca al Parque Nacional de Cajas, más de un vendedor ambulante se subió al bus para ofrecer sus productos. Uno de ellos, muy cordial, ofrecía lo suyo con gran amabilidad e incuestionable capacidad oratoria. Nos auguruba bendiciones en nombre de Dios y todos los santos. Nadie le compró nada. Al bajar del bus estalló: "váyanse todos a su puta madre".
- Sebastián, apodado "Tachuela" o "Tachu" a secas, volvió del Ecuador con un nuevo apodo: "Gatillo". No se trata de que el hombre realizara un curso de manejo de armas de fuego o que saliera de levante por las noches guayaquileñas, sino de su probada capacidad con la cámara fotógrafica. Distintos ángulos, efectos, poses, y el maestro de la fotografía gatillaba el disparador a diestra y siniestra, obteniendo muchas de las mejores imágenes del viaje.
Brian, a la izquierda. Martín, a la derecha. - En una céntrica plaza de Cuenca pretendíamos averiguar como llegar al mirador Turi, y Martín, tratando de emplear sus cualidades de seducción, elige a una bonita muchacha que está sentada sola en un banco. Va a preguntarle y una foto del instante tomada por uno de los muchachos, retrata a la chica observando algún punto en el vacío mientras le contesta con aparente parquedad a nuestro amigo, posiblemente adivinando sus intenciones. Digo con "aparente parquedad" porque mientras Martín seleccionaba juventud en su interlocutora, centrándose en incuestionables atributos físicos, yo me perdía su conversación entablando la mía con una señora mayor, que suspendió su helado y la charla con una señora amiga, para levantarse del banco y atender mi duda sonriendo amablemente, indicándome con detalle lo que debíamos hacer para llegar al mirador. ¿Qué mejor belleza que esa? Observación: esta lectura de la situación ocurrida en ese momento es personal y subjetiva. Al enterarse mis amigos de como fue narrada me objetan que Martín fue valiente y se la jugó mientras quien escribe fue "a lo seguro". El pensamiento de los muchachos que tomó forma de palabras en boca de alguno fue "Fabio no puede gastar una pregunta en una vieja".
- Probablemente un sentimiento de admiración o simpatía hacía nuestro guía del Chimborazo Angel Sevilla, se mezcló con mi modo de hablar cordial, por lo que mis conversaciones con el veterano alpinista ecuatoriano fueron un caldo de cultivo de comicidad permanente. Esto se evidenció cuando nos despedimos luego de haber compartido el día entero de travesia por los lares del gigante andino y la escuela de Chibuleo. El hombre extendió su mano para saludar varonilmente a los muchachos pero al llegar mi turno me acerqué para estrecharle un abrazo y propinarle un beso en la mejilla, acción que aparentemente dejó estupefacto a nuestro guía, que quedó tan sorprendido como quien escribe estas líneas, ambos ante la reacción del otro, en un momento que se percibió incómodo para los dos, pero extremadamente divertido para Brian, Martín y Sebastián.
Sebastián. Baños al fondo. - Brian, el único viajero con maleta como equipaje (los demás teníamos mochilas) jamás abandonó su estilo elegante para vestir en los aeropuertos y durante los vuelos. Camisa prolija, pantalón de jean y calzado acorde para el amante del aire. Una imagen tan pulcra que nos dolió a todos cuando Sebastián le arrojó por accidente un vaso de jugo de naranja en una de nuestras esperas. Se lo tomó con humor.
- Mis formalidades para expresarme fueron un tema divertido y recurrente en el viaje, no solo detuvieron el tráfico de Quito a lo largo de 5 cuadras, sino que ameritaron el surgimiento de jocosas imitaciones de mi persona por parte de un Brian hilarante: "Buenos días, ¿cómo le va? Somos uruguayos, venimos de Maldonado. Disculpe la molestia. ¿Le puedo hacer una pregunta si es que no está muy ocupado? Sé que hace frío y es tarde. Venimos de Cuenca y vamos para Baños por esta ruta, queremos ir a la casa del árbol y luego a Quito. Pero, ¿me puede decir la hora?"
- Ingreso al baño de un karaoke en Cuenca a altas horas de la madrugada, cierro la puerta e instantes después escucho por los parlantes que alguien con marcado acento ecuatoriano dice: "Un saludo para Gatillo y Fabito Sosa de Uruguay". La incredulidad se apodera de mi, salgo y diviso a Martín, muerto de risa acodado al mostrador al lado del amenizador de la velada, que tiene el micrófono en la mano.
- Conocido es el gusto de Brian por la música romántica. Un día ingresábamos al Manso Hostel en Guayaquil mientras sonaba "Dime que no" de Ricardo Arjona, lo que generó el comentario entusiasta del hombre de buen vestir, que exclamó -ante la atenta mirada de las muchachas recepcionistas-: "¡Un tema de Arjona!" En ese momento irrumpe en la sala una voz grave y femenina de un muchacho que contorsionaba su cuerpo al compás de la música completando el estribillo "...me tendrás pensandooo toooodo el día en tíiiii".
- El entrañable licenciado en BAQA (consultar significado por privado) Martín Moyano, designado así por sus amigos viajeros durante la planificación previa de esta travesía andina, es sin duda un sujeto especial. Puede ser un tipo en apariencia normal: serio, culto, deportista y amable. Un buen partido para cualquier muchacha que se tenga alta estima. Sin embargo la sola mención de una palabra en voz alta cerca de él, tiene la capacidad de modificarle radicalmente el semblante: "noche". La expresión de unos ojos que cobran vida y parecen querer saltar de sus cuencas, la amplitud de una sonrisa que se abre de lado a lado y una voz que se intensifica y acelera son algunas de las señales visibles de la aparición de este paladín de la noche. El hombre hizo recorridas nocturnas en solitario por algunas de las grandes ciudades. Durante una madrugada en Guayaquil buscábamos la "zona rosa", una callecita con boliches, pubs y discotecas que conoce cualquier local. Como Brian en los aeropuertos o Sebastián con las fotografías, Martín toma la iniciativa y detiene a un grupo de chicos para formular una desopilante pregunta: ¿Saben dónde quedan "Las Rosas"? Quienes son oriundos o conocen Maldonado, nos sentimos buscando la famosa prisión fernandina en pleno Ecuador.
- En un hotel aguárdabamos al recepcionista, que al verme atavíado con pantalones, morral y gorra multicolor exclamó: "no se puede fumar aquí".
- Me pasé buena parte de la preparación del viaje hablándoles a Martín y Sebastián sobre la altura, aconsejando a nuestros inexpertos en el tema sobre qué hacer para sobrellevarla sin pasar un mal rato. Cuando llegamos a Cuenca, la primera ciudad de altura en este viaje, comimos hamburguesas y tomamos alcohol. Nuestros hábitos reñidos con lo aconsejable siguieron durante casi todo la semana y media en tierra ecuatoriana. Pero en Quito alguien se apunó, siendo la única persona en padecer síntomas de mal de altura. Adivinen quien fue el "experto" que estuvo 2 días a yogurt y agua...
- Sebastián y Martín recorrieron Las Peñas, un rincón insignia de Guayaquil de todas las horas, y también de la noche. Los muchachos salieron y cerraron la zona por la madrugada con ellos dentro, como debe ser: entre copa y copa.
- Sebastián fue el ladero fiel de Martín en las salidas por las madrugadas ecuatorianas. Bastaba con un "no me deje tirado, Gatillo" de Martín para que el fotógrafo del grupo siguiera las andanzas nocturnas del licenciado en BAQA.
- Como en cada salida en donde se dan -por suerte- algunos alegres y siempre medidos "leves excesos" de tragos en compañía de amigos, debía hacer una vuelta de carro al egresar de un pub. Este hábito se transformó en un hecho quedando debidamente documentado por las cámaras durante una noche cuencana.
- En la foto final en Montañita quedó retratado que bebimos un trago en un local callejero en compañía de venezolanos y ecuatorianos. La subí a Facebook señalando que era la foto de despedida del país, en muestra de agradecimiento y que por esa razón celebrábamos. Olvidé mencionar el cumpleaños de Sebastián...
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