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viernes, 19 de agosto de 2016

"Bienvenidos a Montañita"

"Bienvenidos a Montañita" exclamó sin emoción, con mirada inexpresiva y sin amago de sonrisa alguna, un tipo alto y enjuto tras preguntar por nuestro origen geográfico. Tenía un gorro en la cabeza y una extraña mueca en la cara. De no estar consciente del lugar donde me encontraba, hubiese pensado que nos estaban dando la bienvenida a la casa del terror o a alguna siniestra locación de un cuento de Poe o una novela de Stephen King.
Una de las fotos típicas de montañita es junto a esta tabla de surf.

Montañita es un pequeño y soleado enclave turístico localizado en la costa pacífica al suroeste de Ecuador.
En este tramo el Pacífico oriental presenta aguas más cálidas que al sur, donde por ejemplo en Lima o Iquique, la temperatura del agua bañada por la gélida corriente de Humboldt es más fría.
Aprovecho las agradables condiciones ambientales de este paraíso tropical para hacer mi primera inmersión en el océano más grande del mundo, recordando el frío de Uruguay mientras me zambullo en las cálidas aguas en pleno julio.
Atardecer en playa de cálidas aguas.
El balneario es visitado por miles de turistas procedentes de todo el mundo cada año, siendo un destino ideal para adolescentes y jóvenes. Imaginen vivir viernes y sábados todos los días del año, si pueden visualizarlo están en Montañita: fiestas, música, locales de tragos, mercaditos, alojamientos con piscinas climatizadas, pubs y restaurantes. Todo reunido en un lugar de caseríos con un estilo más bien rústico, multicolor y con gente de todas partes. Es el paraíso de la juerga pero aquí la gente se trata bien. Cada uno disfruta del lugar, en soledad o con compañía, sin molestar a nadie. Al menos, eso es lo corriente. En febrero, un triste -y aislado- episodio ocurrido aquí terminó con la vida de dos muchachas argentinas y manchó un poco la reputación de Montañita. Por la noche, sentados al aire libre en un local de tragos disfrutando de la penúltima noche en Ecuador, charlamos animadamente con el dueño del puesto, un señor ecuatoriano apodado el "Tigre" y con su ayudante, un alegre y locuaz muchacho venezolano que se fue de su país buscando ganarse la vida luego de atravesar momentos complicados en su tierra natal, dada la actual situación en el país presidido por Nicolás Maduro. Nos cuentan que Montañita es tranquilo y que incluso en este eterno ambiente festivo nadie molesta a nadie, que cada uno está en la suya y que lo ocurrido es un hecho sin antecedentes que se recuerden. El dolor por lo sucedido, la enorme cobertura de la prensa local e internacional y las perpetuas habladurías de la gente asociadas a cada hecho que adquiere ribetes mediáticos y a cuestiones imperecederas de sociedades machistas como los prejuicios de género, le dieron al caso un realce enorme y dañaron un poco la imagen y la actividad turística de un sitio tan paradisíaco como pacífico como Montañita.
Se nos fue una parte de la cálida noche de julio entre trago y trago charlando del lamentable suceso pero también hablando de Montañita y sobre la vida en nuestros países.
Tomando un trago, festejando la estadía en Ecuador y el cumpleaños de Sebastián.
Nos hicimos un tiempo para ver en un restaurante abierto al aire libre, rodeados de ecuatorianos y argentinos, la semifinal de ida de la Copa Libertadores entre el Independiente del Valle y Boca Juniors. Aquí, ningún local presente es hincha del equipo del norte de Ecuador pero todos gritan los tantos del conjunto nacional como si fueran fanáticos. Me pongo a pensar en lo inusual que es ver esto en Uruguay o Argentina. El ecuatoriano, como el habitante del Pacífico sudamericano en general, tiene una cultura de la pelota diferente a la rioplatense, pero sabe de fútbol. Conoce al nacional Alberto Spencer, gloria del balompié ecuatoriano y uruguayo. Y conoce a Peñarol, sin desconocer necesariamente a Nacional. Así lo evidenció la encuesta callejera que realizó mi amigo Brian por distintos lugares del país por donde estuvimos. Quizá si van a Panamá o a Honduras dos uruguayos enfundados en la blusas de los dos grandes uruguayos, la gente reconozca más la camiseta de Nacional por Dely Valdés o la de Milton "Tyson" Núñez, respectivamente.
Hotel donde nos alojamos. Piscina, yacuzzi. ¿Qué más pedir?
Es jueves y a pesar de que existe movimiento, lo mejor de la semana está viernes y sábado. En esta época hay temporada alta de turistas europeos mientras que en enero aparecen muchos visitantes latinoamericanos. Despedimos la noche en un pub jugando al pool y al día siguiente, con algo de pena nos volvemos a Guayaquil para vivir nuestro último día de viaje en el país. El sábado bien temprano emprenderíamos un agitado regreso a Uruguay.



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