VIAJANDO POR CENTROAMÉRICA - SEGUNDA PARTE
(BOCAS DEL TORO Y CARIBE PANAMEÑO)
DELFINES, ESTRELLAS DE MAR Y GOPRO ROTA. PRIMEROS INTENTOS NATATORIOS.
Tomando una estrella de mar. |
Recojo una estrella con cuidado de no sacarla del agua, es la primera vez que tengo una viva entre mis manos.
En playa de las estrellas, con los muchachos. |
Tengo el chaleco salvavidas puesto y es momento de hacer esnórquel, así que luego de tomar unas fotos a Martín y Brian, que están en el agua, me arrojo con el respirador sosteniendo mi GoPro en la mano. Como ya se enterarán más adelante con más detalles, no sé nadar, por lo que simplemente me aferro a un costado de la embarcación para sumergirme y filmar el fondo con la cámara. Se rompe. Parece que hice una tontería, pero en realidad la GoPro estaba dentro de una carcasa de plástico anti agua, lo que indudablemente me lleva a pensar que esta protección se hallaba también rota. Alcancé a ver y filmar algunos peces antes de quedarme sin cámara, subiendo más tarde de vuelta a la lancha. Para ese momento, ya había dado un par de brazadas, envalentonado por la flotabilidad de mi chaleco salvavidas. Esos torpes intento natatorios serían fundamentales días más tarde en Costa Rica, pero en ese entonces, aún no lo sabía...
Quincho en playa de las estrellas. |
ISLA ZAPATILLA
Los perezosos se adhieren a las ramas de los árboles, mimetizándose perfectamente con el follaje. Tardo rato en verlos, y cuando localizo uno -con mucha ayuda del capitán de la lancha-, está inmóvil aferrado a un árbol. Viéndolos, uno no tarde mucho en razonar el porqué del nombre de esta especie...
La fina arena blanca de la playa de isla Zapatilla resplandece bajo el sol caribeño de Panamá, mientras bebo un número incalculable de cervezas Balboa con mis amigos. El final del viaje por Centroamérica nos encontraría a Martín y a mi, tirados en las camas de alguna habitación de hostel guatemalteco, estableciendo podios de días de cerveza, en donde la jornada en Zapatilla se situaba con claras opciones de llevarse el trofeo.
Cayo Zapatilla. La isla recibe este nombre porque tiene la forma de ese calzado. |
El contrapunto de bromas entre Brian y el guía no tiene fin, y compiten divertidos para ver quien tiene las mejores ocurrencias. Me doy cuenta de que el combate por el premio moral del mejor bromista luce por momentos muy reñido.
Caminamos entre la arena lechosa a la orilla del agua turquesa por buen rato, nos metimos al agua, anduve solo un tramo, y me volví a reunir con los muchachos para jugar con una pelota de trapo que habían encontrado.
MOMENTOS
El pueblo en donde paramos está lleno de chinos y por doquier abundan los locales comerciales regenteados por gente de este país asiático. Atienden supermercados, cafeterías y bares, y siempre tienen cambio. No importa si pagas con 100 dólares un rollo de papel higiénico o un jabón, ellos de seguro pueden cambiarte dinero, lo que no es un dato menor dado lo dificultoso que puede resultar hacer cambio cuando andas con billetes de cierto valor.Uruguay marca el tercer gol a los rusos y pasa la serie en primer lugar sin recibir un solo tanto en contra. Lo vemos desde las butacas de un rústico bar bebiendo cerveza. Más allá de predilecciones de estilos, esta "Celeste" pega y tumba, como la cerveza local, que me recuerda las películas de Rocky.
La Playa de las Estrellas es mi primer encuentro con el mar Caribe, y mi primera inmersión en sus aguas cálidas. Veo unos cangrejos que jamás vi, un bicho me pica y me sale una roncha enorme.
La primera noche tras el interminable viaje que nos trajo desde Ciudad de Panamá, la luz se corta y no podemos calentar agua para tomar mate ni conseguir en ninguna parte. Nos entregamos al tedio y a los mosquitos en el marco del calor de una noche oscura.
MARÍA JOSÉ Y TONY
María José es una chica venezolana de 20 y pocos, Tony un hombre estadounidense de 50 y algunos, a juzgar por las apariencias. Hay quienes dicen que son padre e hija, otros que son pareja, y algunos dicen que ella es dama de compañía o prostituta. Nadie parece apostar que simplemente sean amigos, así sin más. Cruzo miradas en más de una oportunidad con ella. Va adelante en la lancha, al lado de quien luego conocería con el nombre de Tony. El guía se da cuenta de las miradas y me lo dice. Al cabo de un rato estoy parado en la playa viendo hacia el mar, y siento que alguien toca mi brazo. Era María José. "Tenías un bicho", dice. "¿Y si lo aplastas y me pica?", contesto. Algunas sonrisas y cada uno siguió por su lado.
Más tarde, sobre la hora del almuerzo, mientras espero que sirvan la comida, la veo que camina sola, me levanto y me acerco a ella. Charlamos brevemente, le pido el teléfono y me lo da. Le pregunto si podemos vernos más tarde y me dice que sí. Me presenta a Tony, su amigo estadounidense. Él intenta explicarme en su inglés, que solo son buenos amigos. Mi primera impresión es que parecen estar habituados a las miradas extrañadas de la gente. Me despido y voy a almorzar con mis amigos, y un rato más tarde, es ella la que viene a nuestra mesa con Tony.
Al regresar a Bocas, la lancha para en el muelle y nos despedimos. Antes de irse, le escucho decir: "¿me escribes?", "claro que sí", respondí, y nos separamos.
La noche me encontraría caminando por las oscuras callecitas de tierra fuera del centro del pueblo en compañia de María José. Charlamos de Venezuela y vi caer alguna lágrima de sus ojos. Como otros venezolanos que me he encontrado viajando por el continente, ha tenido que abandonar forzadamente el país por la crisis que se vive allí. Está en Panamá buscando un trabajo estable para enviar remesas a su familia.
El residencial Cristina fue nuestro hogar en Bocas del Toro. |
Habla perfecto inglés, y eso explica en parte su amistad con Tony. Me cuenta que es muy peligroso ir a Venezuela, porque si te ven con una maleta pueden robarte. Me explica que el barrio donde vivía cambió, que los vecinos perdieron la sonrisa y tienen los ojos hundidos por la desesperanza y la desnutrición. También hablamos de los regionalismos del idioma en nuestros países y le mostré videos de candombe uruguayo usando su celular.
La acompañé a la casa donde se queda y conocí un poco más de cerca a Tony, un simpático veterano estadounidense, pro Trump y con algunas diferencias con la gestión de Obama. Le molestaba que la gente le dijera "yankee", tenía una novia esperándolo en algún rincón de Colombia, si mal no recuerdo, y andaba de paseo por Panamá. Alquilaban una pequeña pieza con dormitorio y cucheta, cocina y baño, a un precio muy barato. Entendía algo de lo que Tony decía, y lo demás lo traducía María José. Le caí muy bien. Charlamos, bebimos por ahí en algunos locales que acabé descubriendo en su compañía, y luego la noche no dio para mucho más. Nos despedimos y me quedé con un sabor agridulce, al otro día tenía que seguir para Costa Rica y ella volver a Venezuela a pasar un tiempo allá. Empiezo a darme cuenta de que, de vez en cuando, es interesante quedarse más tiempo que solo dos días en cada lugar.
Perezoso. ¿Lo ves? |