El astro rey se eleva a través del límpido cielo de Ámsterdam. Los rayos del fuerte sol estival de julio calientan el césped del amplio parque ubicado frente al Generator Hostel.
El año pasado a estas alturas estaba sumergido en las cálidas aguas del Pacífico nororiental en Montañita, Ecuador.
Y el anterior, bajando desde Machu Picchu rumbo al desierto de Atacama, atravesando climas cálidos, húmedos y secos.
¿Quién iba a pensar que estos últimos julios de mi vida los iba a vivir bajo temperaturas veraniegas, cuando provengo de un país en dónde en este mes hace tanto frío?
Tirado sobre la gramilla, duermo un rato a la espera de poder hacer el check in para ingresar al hostel. Mis amigos hacen lo mismo o salen a dar una vuelta por los alrededores, impulsados por el incansable Martín.
Cerca de la Estación Central de la ciudad. |
Nuestro dinero se redujo tras Berlín y el pago del alojamiento de aquí, y las comidas en restaurantes fueron reemplazadas por los emparedados de jamón, queso y salame, tras compras en los supermercados. La última feta de salame es fragmentada en 5 partes y nos la repartimos. Tengo ganas de tomarle una foto y postearla en alguna red social, pero al final abandono la idea. No queremos preocupar a nadie.
Canales. |
Cae la tarde en Ámsterdam y estoy en una concurrida esquina piloteando una bicicleta alquilada. La hilera de bicicletas se rompe por delante mío y una muchedumbre copa la ciclovía. Mauro supera el cruce y va calle arriba por detrás de Martín, Nico y Seba, que se adelantan en sus bicicletas.
Me quedé atrás.
Tenso, miro el cruce y veo a mis amigos alejarse mientras la marea de personas, bicicletas, algún auto y el tranvía, circula en todas direcciones dificultándome el paso. Rápidamente pienso que tengo dos posibilidades: "o atiendo a los gurises para no perderlos, o atiendo el cruce porque voy a chocar, y luego veo donde están...".
Instintivamente me inclino por seguir la segunda opción, y lentamente, como puedo, voy en bicicleta a paso de peatón esquivando transeúntes, bicis y otros vehículos.
Cuando logro cruzar, busco a los demás en el último punto dónde los vi, ascendiendo una leve cuesta calle arriba. No están. Busco un poco más, recorro un par de calles pero no los encuentro. Teníamos el plan de culminar la tarde tomando fotos de cada uno con el fondo de los hermosos canales de la ciudad.
Caminando por Ámsterdam la muchachada. |
Ámsterdam es pequeña en superficie y la puedes recorrer en bicicleta de un extremo a otro en una media hora, pero está densamente poblada. Y en algunas zonas realmente circulas entre verdaderos hormigueros humanos. No hablo neerlandés y mi inglés es malo, por lo que mi salvavidas es el mapa.
Me oriento, busco el Generator Hostel -nuestro caro pero comodísimo alojamiento- y empiezo a volver. De tanto en tanto, freno y vuelvo a ver el mapa. Y así, llego al hostel.
Sosteniendo el cartel de "I Amsterdam". Confieso que me resultó bastante pesado. |
Pululan las bicicletas y puedo ver un tipo de traje y corbata en su birodado cargando el portafolios con dirección al trabajo. Comprar un auto y mantenerlo cuesta caro y las autoridades del país promueven el uso de bicicletas para mitigar el impacto sobre el medio ambiente, fomentar el cuidado de la salud y facilitar el tráfico en esta pequeña ciudad superpoblada.
¿Hace falta decir dónde tomamos esta foto? |
Frente a la casa de Anna Frank. |
La zona roja de Ámsterdam es uno de los principales atractivos de la ciudad y nos llama la atención la enorme cantidad de turistas que se pasean entre las concurridas vidrieras en familia llevando a sus pequeños hijos consigo.
Haciendo tiempo para ingresar al hostel. |
Molinos en Zaanse Schans. |
Zaanse Schans |