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viernes, 29 de septiembre de 2017

Praga, un paseo de mochileros por la Edad Media.


La delicada moza rubia de ojos claros golpea rudamente las rebosantes jarras de cerveza sobre la maltrecha mesa de madera. La espuma blanca salpica la vieja madera mientras nos quedamos mirando con expresión de sorpresa. Ella viste ropa típica de la Edad Media y el ambiente de la taberna "U krále" está preparado para hacernos sentir en el siglo XIV. El espacio está en penumbras porque la iluminación no es otra que la otorgada por las velas, unos choclos adornan las paredes y la música celta ameniza el lugar.
En el Puente de Carlos con la muchachada. También en la foto de arriba.

La cerveza es la mejor que probé en Europa y si impacta la forma en que te la traen a la mesa, espera a ver cómo te llega la cuenta...
Un mozo joven, también vistiendo atuendo medieval, viene hacia nosotros empuñando un cuchillo que porta el papel con lo adeudado.
En el interior de la taberna.
Llega a la mesa en silencio, levanta su brazo y clava el cuchillo en la madera. Para ese entonces, bajo el influjo del alcohol, ya estaba encantado y con ganas de quedarme a vivir entre las velas y las cervezas.
Sentí el aroma a cerveza y Edad Media. Tuve que entrar.

Praga tiene eso, parece que al recorrer sus calles viendo sus torres y los viejos puentes que cruzan el río Moldava, te has transportado a la Edad Media. Los músicos callejeros, la arquitectura de casas y edificios repleta de detalles, figuras y adornos, te trasladan a un mundo diferente.

La cuenta...
Llegamos a la ciudad, procedentes de Cracovia y en Flixbus, una empresa de ómnibus que conecta destinos en casi toda Europa. No tenía baño disponible ni asientos cómodos por lo que el viaje de cerca de 6 horas se tornó cansador. Tuve que descender a orinar en plena calle en un oscuro recoveco en algún ignoto pueblo fronterizo entre la República Checa y Polonia.
Al llegar nos alojamos en el Advantage Hostal. La gente local parece algo hosca y ensimismada. En el hostal hay un muchacho de Colorado que vivió 3 meses en Ecuador. Habla muy bien el español y le agrada el mate. Amargueamos un poco mientras intercambiamos algún comentario sobre Ecuador.
En el hostal se tejieron algunas anécdotas divertidas en la cocina que nos tuvieron como protagonistas, como Mauro e Ivanna quemando una tabla de madera mientras intentaban con éxito variado preparar en el sartén unas pizzas compradas, o quién escribe padeciendo severas complicaciones para cortar la pizza, lo que fue motivo de incontables minutos de risas, música ambientadora de bromas, y videos del momento registrados por parte de Nico, Seba y Martín. El desarrollo de esta anécdota será narrado más adelante en alguna nota venidera.
El reloj astronómico medieval de Praga con sus figuras alegóricas, estaba en reparación. A cada hora los apóstoles circulan, el vanidoso se mira al espejo, el avariento mueve su bolsa, el lujurioso ladea su cabeza para mostrar que acecha y el esqueleto -la muerte- blande su guadaña y tira de una cuerda.

El sol brilla en lo alto del cielo mientras recorremos los amplios parques de relucientes espacios verdes. Mientras caminamos, nunca perdemos de vista el gigantesco castillo de Praga que guarda en su interior la monumental Catedral de San Vito.
Puentes a través del Moldava.

Praga es una de las ciudades más hermosas que he visto, y sin duda está en el top 3 de las más lindas urbes europeas en donde estuve, junto a París y Ámsterdam.
En el interior del Castillo de Praga.
Si sumo a Brujas, conforman un grupo de ciudades que te conquistan desde lo visual, dueñas de una gran belleza en su conjunto. Berlín, en cambio, quizás no tiene la increíble apariencia estética de las otras, pero me dejó un mensaje muy especial que desarrollaré cuando escriba sobre mi estadía en la capital germana.

Praga...
Aquí en Praga, en donde una calle nos recuerda a Uruguay y el medieval Puente de Carlos constituye uno de los innumerables atractivos de la ciudad, se sumó al grupo Ivanna, una amiga argentina que conocimos con Mauro en 2012 en un viaje a Florianópolis. Ella vive en Frankfurt desde hace unos años, le gustó la idea de este viaje de amigos y decidió sumarse al grupo durante la visita por la capital checa.
Caminando por la ciudad descubrimos esta casa danzante. Parece una pareja de bailarines.

En el transcurso de la planificación del viaje habíamos leído acerca de la cervecería, y también sobre el muro de John Lennon y la calle más estrecha del mundo. Hoy puedo decir que taché esos lugares de mi lista de cosas para hacer en Praga.
Uruguay, tan lejos y tan cerca.
La calle Vinarna Certovka tiene cerca de 70 cm de ancho y cuenta con un semáforo para guíar el tránsito de los peatones. El espacio es tan estrecho que se hace virtualmente imposible que las personas circulen juntas.
En la calle más estrecha del mundo.
Cerca de allí, una pared multicolor llena de graffitis constituye un símbolo mundial de la libertad de expresión: se trata del muro de John Lennon. Cuando el ex Beatle fue asesinado en 1980, esta pared comenzó a ser pintada por jóvenes de la ciudad, quiénes la rellenaron con mensajes libertarios en medio del contexto de opresión que se vivió durante el período comunista.

Las letras de Lennon con frecuencia dejaban entrever un compromiso social y político planteando en sus textos mensajes reivindicativos. Estas letras fueron tomadas por los jóvenes para ser escritas en toda la pared hasta el día de la fecha, como un mensaje de apertura, tolerancia y paz.

En los 80 las autoridades borraron una y otra vez los mensajes, instalaron cámaras de seguridad para custodiar el muro y mantenerlo libre de las pintadas.
No lo consiguieron y desde entonces, aquí se respira libertad.
Muro de John Lennon.



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