Translate

domingo, 14 de octubre de 2018

Agua de coco y un cartel.

VIAJANDO POR CENTROAMÉRICA - CUARTA PARTE 
(SAN SALVADOR E INMEDIACIONES)

En Cervecería Cadejo con Idania, Juan Carlos y Martín.

AGUA DE COCO Y UN CARTEL
Tener amigos de otras partes del mundo puede abrirte puertas inesperadas. Si no hubiese conocido a Elsy y a Stefany en San Carlos (donde vivo), no habría conocido a Juan Carlos, Elsa e Idania, pilares en nuestra estadía por el pulgarcito centroamericano.
Juan Carlos y Elsa, hijo y madre, nos esperaron en el Aeropuerto Monseñor Romero de la capital. A la salida, Elsa portaba un cartel impreso con mi nombre, por si acaso. Es que jamás nos habíamos visto, y con Juan Carlos había compartido unas horas en un boliche nocturno carolino meses atrás. Nos trasladaron desde el aeropuerto a nuestro hotel de 8 dólares por persona en una habitación compartida, ingresaron con nosotros al alojamiento y no se fueron hasta cerciorarse de que todo andaba bien. Ah, me olvidaba, en el trayecto que va de la terminal aérea al hotel se detuvieron en un puestito de la ruta para comprarnos agua de coco a cada uno de los dos. ¿Se puede igualar semejante gesta desinteresada de recibimiento y atención para con dos desconocidos? Me resulta difícil de imaginar. En un país con una reputación manchada por sucesos tristes, con la llaga del estigma que los medios se encargan de profundizar cada vez que pueden cuando hablan de El Salvador, me sentí en mi casa desde el primer momento.
Volando en la aerolínea "Volaris" sobre territorio salvadoreño.


VIVIENDO UNOS DÍAS COMO SALVADOREÑO
Luego de una noche en el hostel, Juan Carlos, padre de Stefany y hermano mayor de Elsy, nos recibió en su casa, nuestro cuartel general por tres días. En la casa de la niñez de mi amiga Elsy estuvimos desde miércoles a sábado inclusive, antes de abandonarlos la mañana del domingo 8 de julio para continuar nuestra ruta hacia Honduras.
Recorrimos en auto buena parte de San Salvador, observando sus magníficas vistas desde lo alto de los verdes cerros que la rodean, probamos pupusas, conchas, aderezándolos con chile, jalapeño, y más. Debo decir que las pupusas merecen un lugar exclusivo en el blog para referirme a ellas, por lo que no diré más aquí. Si la variedad de chile que probé me hizo arder la garganta, ni les cuento lo que me generó el jalapeño...
De todos modos, durante este viaje me encontré abierto a probar las exquisiteces locales, asi que no solo pedí probar más a pesar de la quemazón, sino que aguanté con estoicicidad el reguero de fuego que corría mi garganta.

Atardecer en el océano Pacífico en las proximidades de El Tunco.
EL TOUR DE LA BEBIDA Y LAS LEYENDAS.
Verdes, rojas, con vino, cuentan leyendas urbanas, rubias...no quedó cerveza para probar con los cerotes Idania y, fundamentalmente, Juan Carlos.
En la cervecería "Cadejo" en las afueras de San Salvador, supe de la leyenda de este perro mítico, representación de la dualidad. Cuenta una de las versiones más extendidas de la leyenda, que el Cadejo es un perro negro infernal que se le aparece por las noches a quienes hacen el mal, teniendo el poder de atacarlos y llevarlos consigo. A veces la versión incorpora un perro blanco, la encarnación del bien. Este último es un perro protector de las almas bondadosas, que en ocasiones se traba en lucha con el Cadejo Negro, venciéndolo y librando a la persona de su amenaza malvada.
Si la historia del Cadejo te produce un estremecimiento, la de la Siguanaba puede ser incluso peor. Esta entidad luce como una mujer de hermoso aspecto que suele aparecérsele a los infieles que se adentran en el mundo de la noche y deambulan por los bares, habituales presas de la borrachera. La Siguanaba, sensual y de pronunciadas curvas, está de espaldas, generalmente cerca de un río o lago, siempre al borde del camino. El desprevenido se acerca atraído por su silueta femenina, y en el instante en el que se encuentra a escasos centímetros de la grácil figura, la Siguanaba voltea para mostrarse tal cual es: una criatura con cara de caballo y senos caídos hasta el piso. El infiel muere del susto o pierde la cordura para siempre.
Mi amiga Silvia me contó detalles de esta última historia (que había conocido previamente en mis cursos de centroamericanismos con Idania y Juan Carlos), y me guardó unos presentes: un pequeña muñequita de la Siguanaba, y otro del Cipitío, un hombrecito con poderes mágicos que también es parte del folklore popular centroamericano. Lastimosamente el tiempo no alcanzó para que me los diera en persona, pero quedamos en que me los va a guardar para entregármelos en un futuro reencuentro.
Vista de la capital del país, San Salvador. El país y su ciudad más importante, llevan el nombre de su santo patrono "El Salvador del Mundo".


VIAJE DE DOS, ADIÓS BRIAN.
Brian tiene unas vacaciones más cortas y emprende el regreso a Uruguay desde San José, la capital tica. Inicialmente tenía pensado regresar desde Managua, pero el estallido de violencia en Nicaragua le hizo reemitir su boleto de retorno, por lo que finalmente volverá a Uruguay desde Costa Rica.
Martín y yo nos levantamos temprano, desayunamos, dejamos a nuestro amigo y tomamos las mochilas para emprender viaje al aeropuerto: San Salvador nos esperaba. Con pena, la realidad de Nicaragua afecta nuestra travesía centroamericana y deberemos saltar este bello país por el aire. No podremos conocerlo en esta oportunidad.
El tour de la cerveza me llevó por incontables lugares en este pequeño país lleno de sorpresas. Creo que aquí estoy en Starbucks, pero no puedo confirmarlo...


MÁGICO, EL FAS, LA SELECTA Y LA CELESTE
El Salvador es la patria del gran Jorge"Mágico" González, el más grande futbolista que diera el país y que supiera vestir la blusa del Cádiz de España, como también la camiseta (o "camisola" como dicen en Guatemala) de su selección en el Mundial celebrado en aquel país en 1982, última participación cuscatleca en una copa del mundo. Mágico vive aquí en San Salvador, y uno de los principales estadios de la ciudad lleva su nombre. Me cuentan que es un tipo muy sencillo que suele esquivar los flashes y las luces de las cámaras. En ocasiones se lo espera para celebrar su cumpleaños con un picado informal, y hasta último momento no se sabe realmente si el hombre va a aparecer.
Acá en El Salvador, como en el resto de esta región del mundo, a la gente le encanta el fútbol. La fiebre mundialista por el certamen de Rusia 2018 se apodera de los locales, que llenan los parqueos para acodarse con entusiasmo en la barra de un bar o restaurante para ver los partidos. En casa de Juan Carlos estamos a la espera del cruce de Uruguay ante Francia, y  hacemos previa con el "cerote", que pone videos de "Mágico" González y de la histórica eliminatoria que depositó al país en su última cita mundialista hace casi 40 años. La nostalgia es evidente, pero hasta por ahí nomás, porque el 82 también arrojó un dato triste en lo deportivo para este golpeado país: sufrieron la peor goleada en la historia de los mundiales ante los húngaros, al caer por 10 a 1. Juan Carlos me contaba que cuando Inglaterra le metió el sexto tanto a los panameños allá en Rusia, un velado entusiasmo se hizo evidente en él: quizá perderían el triste récord. Pero al final, el score inglés se quedó en 6, y habrá que esperar más tiempo para perder este -in-olvidable registro para los salvadoreños.
En el puerto de la ciudad.


TRES BOCINAZOS
Andamos mucho en auto o camioneta con Juan Carlos e Idania, nuestros padrinos en El Salvador. Son nuestros guías turísticos y culinarios, además de anfitriones en el caso del primero de los mencionados. En una de las tantas recorridas por las calles de San Salvador y alrededores, notamos lo caótico que puede ser el tráfico local, y nos explican que si un conductor da tres bocinazos, es sinónimo de pelea en puerta, o incluso algo peor. Te está insultando y muy enojado. Pienso que para manejar por las rutas salvadoreñas realmente hay que armarse de una dosis impresionante de paciencia, por lo que la perspectiva de que alguien que conduce otro vehículo, toque tres veces su bocina, se me antoja como algo verdaderamente peligroso, porque ese "alguien" debe estar realmente muy, pero muy enojado, y su reacción puede llegar a ser extrema.
Lago de Coatepeque, una joya de la naturaleza.

CALICHE ¿¡QUÉ PUTAS ES ESO!?
En El Salvador ser un pajero es ser un mentiroso, y un vergazo es darse un golpe tremendo. ¡Me di de vergas contra Juana! es chocar con ella, y no otra cosa, aunque ud piense mal.
Hablo del caliche, un curioso, divertido y riquísimo dialecto local. En un momento me reía, porque en El Salvador al sexo casual se le llama "pisar", los lomos de burro son "túmulos", mientras que en Panamá la gente los nombra como "policía muerto" o "policía acostado". Cuando uní "pisar un policía muerto", hablaba de practicar necrofilia, y no de hacer literalmente lo que dice la expresión.
Si vas a estacionar el auto, quieres parquear.
Si buscas un salvadoreño en el mundo te recomiendo hacer tres chistidos, es decir hacer “chhiiist, chist, chisstt”. Si alguien se da vuelta y te mira, ¡has encontrado un salvadoreño!

No hay comentarios:

Publicar un comentario