Translate

martes, 2 de septiembre de 2014

Lima: la Ciudad de los Reyes.



El centro histórico de Lima, capital del Perú, es de un colorido inusual. Las edificaciones del casco viejo de la “Ciudad de los Reyes”, que datan de la época colonial, están pintadas de una amplia variedad de colores. Rojo, amarillo, azul, entre otros. Parece que cuando los españoles allá por la primera mitad del siglo XVI comenzaron a construir aquí sobre la costa del Pacífico, la ciudad que sería capital del virreinato del Perú, decidieron utilizar pintura para colorear las fachadas de las casas y edificios. Era necesario lograr en las estructuras una apariencia de vida y alegría, en contraste con el gris permanente del cielo del lugar. Acá en Lima el cielo es casi siempre de una tonalidad metálica, está cubierto por una nubosidad casi permanente.
Cocina peruana.
Lima es, por otra parte, la ciudad donde casi nunca llueve. A pesar de que la urbe está ubicada a orillas del enorme océano Pacífico, las precipitaciones ocurren con la misma frecuencia que las visitas extraterrestres al living de mi casa.
Es que la fría corriente marina de Humboldt procedente de la zona antártica, baña la costa peruana generando aguas con una temperatura por debajo de lo esperado para estas latitudes. Esto dificulta la evaporación y provoca la ausencia de lluvias.
Plaza de Armas de Lima.
Esta corriente es la misma que más al sur ha causado la formación de un desierto costero, que es más seco que el mismo Sahara: Atacama. El hecho de que la ciudad esté cercada por el otro lado por la barrera de la cordillera de los Andes, acentúa más las características de su clima tan peculiar.
La ciudad vista desde el aire es de un gris absoluto, los alrededores están desprovistos de vegetación debido a la aridez de la zona. En esto contrasta con la vista aérea de Cusco, ciudad ubicada entre verdes montañas.
El río Rímac, que en quechua quiere decir “hablador”, pasa por la ciudad siendo su principal abastecedor de aguas. Se pronunciaba antiguamente Limaq, de lo que finalmente derivó el término en español Lima, nombre de la ciudad.
Con gesto adusto en la Plaza de Armas.
Una de las cosas que más acaparó mi atención de la capital peruana, además de las citadas, radica en el tránsito. Los limeños andan literalmente a bocinazo limpio durante toda la jornada. Más aún en las horas pico, por ejemplo al momento de culminación del día laboral.
No hay sitio de la calle en el que sea clara la preferencia del peatón para cruzar a la vereda de enfrente. Ni siquiera en las cebras, que lucen más decorativas que útiles. Sólo los semáforos parecen poner un poco de orden a un tránsito que luce verdaderamente diferente.
Bus local.
El precio del taxi se acuerda en el momento previo a subir al vehículo, y depende obviamente del lugar adonde uno quiera ir, así como de la voluntad del taxista y las destrezas de persuasión propias. Hay combis y buses también. Incluso líneas férreas que realizan algunos recorridos largos.
En Perú se utiliza el regateo en general, salvo en tiendas o locales donde el valor de las cosas esté prefijado.
Los casi 9 millones de habitantes que viven aquí, se reparten en más de 40 distritos –barrios, para nosotros los uruguayos-, de entre los que destacan por su nivel de vida y confort, el de San Isidro y especialmente, Miraflores. Edificios suntuosos y jardines sobre barrancos que dan al océano además de parques con verde y fuentes, hacen de Miraflores el cartón postal de Lima.
Durante la estadía, en un momento me siento en un sofá del hall del hotel y leo en los diarios que algunas partes de la ciudad se han convertido en una suerte de “tierra de nadie” y percibo que la inseguridad está instalada en los hogares limeños. Al circular por la calle se ven las ventanas y puertas de las casas detrás de las rejas, sin embargo sólo puedo hablar de la hospitalidad del limeño, receptivo y bien dispuesto a atender a los visitantes.
Miraflores, da al océano Pacífico.
La parte de la “ciudad vieja” es un lugar de interés para visitar, allí están la Plaza de Armas y el palacio de gobierno. Detrás y a los lados del palacio, la iglesia de Santo Domingo y el convento de San Francisco con sus catacumbas, parecen sostenerlo como brazos. Simbolismo puro. La religión como bastión del poder, según comentan por acá.
Pisco Sour peruano.
Un párrafo aparte merece la gastronomía limeña y peruana en general. Es realmente asombrosa la variedad de platos, aromas, sabores y colores de la cocina del país andino. No es para menos teniendo en cuenta de que se trata de un país geográficamente diverso. La costa proporciona los frutos del mar. La pesca es, junto a la minería, agricultura y el turismo, una de las principales actividades económicas del país. En la sierra, los distintos pisos de altura generan diversidad de microclimas, que les proporcionan alimentos diferentes y una variedad de papas sencillamente impresionante. En la selva, al este, ocurre otro tanto. En suma, hay mucho para elegir. Y si a esto se le agrega el talento creativo de las personas en el arte culinario, se tiene como resultado una cocina exquisita. Eso sí, hay que probarla. No es para todo el mundo. Algunos hemos adquirido mañas con los años y es difícil sacarnos del asado y el arroz con churrasco tan uruguayos.
Eso sí, si no quieres ser un “pollo”, es decir un “flojo” en el lunfardo peruano, ve a algún boliche limeño y tómate un buen pisco sour.
Otra foto del Pacífico, tomada en el distrito de Miraflores.






No hay comentarios:

Publicar un comentario