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sábado, 22 de julio de 2017

Observados en el Cementerio de Père Lachaise.





El musgo se ciñe a las antiguas y torcidas lápidas del cementerio de Père Lachaise, en el este de París. Las criptas y monumentos funerarios revisten de verde mientras las hojas caídas desde lo alto, allá donde pululan cuervos que crascitan, contribuyen a proporcionarle a esta famosa necrópolis parisina, una atmósfera propia de película de terror.
Te sentirás observado.
En una avenida circular. De izquierda a derecha: Nico, Martín y el bloguero.
El musgo se adhiere a las viejas lápidas.
El punto de partida de nuestro viaje por el Viejo Mundo, en el día de nuestro arribo a la ciudad con más visitantes del planeta, no es la Torre Eiffel, ni el Louvre, ni la Catedral de Notre Dame. Tampoco el Arco del Triunfo o la concurrida Champs Élysées. Es este lóbrego cementerio. Alojados en el cercano y económico Loft Boutique Hostel, la proximidad del lugar, aunada al hecho de que esperábamos la llegada de Mauro -el quinto viajero-, nos convencieron pronto de empezar nuestro peregrinar aquí.
Lápida inclinada en Père Lachaise.
Este cementerio, el más grande de la capital francesa, es también usado por los visitantes como un parque, por lo que no resulta extraño encontrar personas que se adentran en su interior para treparse al techo de alguna cripta con el fin de leer.
Ya en el interior, escudriñamos el mapa del lugar observando la ubicación de tumbas famosas. Empezamos a caminar en búsqueda de alguna, cuando de pronto, el habitual blanco del cielo parisino se tiñó de gris metálico y la lluvia se precipitó sobre nosotros, inclemente. Cuando los viejos árboles dejan de protegernos, Martín, Nico y yo, corremos a guarecernos al interior de una cripta abierta. Sebastián no nos sigue. Se cobija en otra parte. 
El novelista encontró descanso eterno aquí.
Mientras aguardamos que amaine, continúo descubriendo los motivos que le dan reputación a este cementerio, ubicado en el distrito XX de la ciudad. No se trata solo de que aquí estén Oscar Wilde, Édith Piaf, Honoré de Balzac, Chopin, Abelardo y Eloísa, o el mismísimo Jim Morrison, entre otros, sino que toda la extensión del lugar, con sus amplias divisiones conectadas por empedrados senderos, está vigilada por las incontables miradas inertes de las esculturas humanas y semihumanas que se erigen sobre criptas y tumbas. El arte encuentra donde florecer por cualquier rincón de París, incluso en este vergel.
Esta chica parece disfrutar de una tarde agradable.
Tumba de Jim Morrison, vocalista de The Doors.
Encontrándose también de animales, las estatuas y monumentos están por todas partes. Algunas figuras adoptan una expresión de dolor, otras se toman de la mano o se perpetúan en posición de rezo. Cada mirada, cada gesto o expresión, guarda un significado vinculado con la vida y la muerte, evidenciando a veces detalles o aspectos del camino recorrido por los ocupantes de las tumbas cuando realizaron su peregrinaje por el mundo de los vivos.
En la tumba del naturalista Antoine Parmentier, la gente ofrenda papas. Su ocupante, quién vivió hace más de 200 años, introdujo y defendió el cultivo de este alimento en una época en donde no era considerado comestible, acabando con más de una hambruna.
La lluvia cesa y salimos por fin de la cripta. Una chica extrae del bolsillo su celular, y rompe el silencio reinante en la ciudad de los muertos poniendo en altavoz los acordes de "The Doors", frente a la visitadísima tumba de su líder, el enigmático Jim Morrison. 
Tumba de Parmentier con las papas ofrendadas.
Con la sensación de que la voz del integrante del tristemente célebre "Club de los 27" parece provenir del interior de su reposo, estampo mi nombre en la esterilla de madera enrollada a un árbol en su honor, a escasos metros de allí. Nico y Seba también escriben.
Graznan los cuervos otra vez, mientras retomamos la caminata por los adoquinados y húmedos senderos tapizados 
¿Te sentarías a leer?
de hojarasca, bajo la fija mirada exánime de las figuras eternizadas en ademán de lamento.

2 comentarios:

  1. Muy bueno!!. Cómo dice la canción lindo haberlo vivido para poderlo contar.
    Esperaré más historias de ese viaje. Saludos.

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