Me despierto sobresaltado en la madrugada. Recuerdo que voy en bus rumbo a Ambato. Hay alarma en el ambiente y se oyen algunos gritos. Un grupo de pasajeros está muy molesto: "¡oiga!, nos vamo´ a matar pal carajo!", le espeta una mujer al conductor. Observo el pequeño letrero electrónico, miro hacia afuera y al final comprendo, el bus ha pasado largamente el límite de velocidad y disputa una peligrosa carrera por una ruta zigzagueante. La noche es negra y no veo el paisaje, pero estamos en un país montañoso circulando por carreteras en la parte de sierra ecuatoriana. Aventuro que el camino es peligroso. Ante la falta de respuesta del temerario conductor, algunos de los furiosos pasajeros irrumpen en su cabina, y luego de hablar con él en términos poco amigables, logran que aminore la marcha. Mi amigo Sebastián grita con su inconfundible acento rioplatense: "¡Queremo´ llegar nomá! Se escuchan sonidos aprobatorios del resto de la gente. Sebastián, que iba al lado mio, no logró conciliar el sueño con facilidad. En mi caso, solo me despertó el griterío. Me tensioné al ver lo que sucedía pero al mismo tiempo, me resultó como una suerte de "deja vu". Había vivido situaciones similares en Bolivia y Perú el año anterior.
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Viendo hacia el valle. El Tungurahua nublado al frente. Baños, debajo. |
Llegamos finalmente, sanos y salvos, a Baños de Agua Santa -llamada así por la existencia de aguas termales con supuestas cualidades curativas-. En Ambato tomamos un nuevo bus hasta allí. Nos alojamos en el muy buen hostal "Elvita", próximo a la terminal. Pagamos una habitación familiar para 6 personas a un costo de 45 dólares en total. Era solo para nosotros 4.
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Vista del valle desde la carretera. |
La ciudad es pequeña y está encajada en un valle verde entre las montañas. Si uno camina por sus calles e ingresa a algunos locales, ve mapas enormes de la ciudad con el volcán Tungurahua coronándola. Me recuerda a la "montaña solitaria" de las obras de literatura fantástica de Tolkien, solo falta que el dragón Smaug salga del volcán escupiendo fuego a través de sus fauces. Los planos muestran las vías de evacuación de la ciudad en caso de actividad del volcán.
Ubicado en plena "avenida de los volcanes" -expresión acuñada por Von Humboldt en su pasaje por aquí-, Tungurahua viene del quechua y significa "ardor de garganta". Se activó en 1999 generando una importante erupción. Las manifestaciones del volcán no han cesado de evidenciarse desde entonces. En el 99 se generó inclusive la evacuación de la población durante el lapso de un año. La agricultura y la actividad turística, pilares en la economía de la zona, fueron severamente perjudicadas por aquél entonces.
Ahora, este coloso está nublado y su apreciación resulta difícil. Luego de preguntar a los locales, dejar pasar las horas y recorrer el valle en camioneta, la silueta del volcán empezó a divisarse en el horizonte detrás de las nubes. Es enorme e intimidatorio.
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Calle de Baños que da a la estación de buses. |
En la tarde del día en que llegamos a Baños recorrimos callecitas, mercaditos y nos fuimos en "chiva" -un pintoresco vehículo local que no es más que un camión tuneado-, y luego en camioneta a la casa del árbol, ubicada montaña arriba. Subimos a lo alto de la casa, que es un mirador en realidad. Al bajar, me dispuse a hacer fila para tomar parte de la principal atracción del lugar: el columpio del fin del mundo.
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Dos mujeres charlan en una esquina. Una de ellas parece notar que se le está tomando una foto. Creo que no le agradó mucho. |
Se trata de una hamaca sujetada a una de las ramas del árbol en donde está la casa, ubicada al borde de un precipicio de interminables metros. Aparentemente seré el único en hacerlo porque mis amigos aún no bajan. Tampoco conozco si tienen intenciones de seguir las mias. Cuando pasan los minutos y no los veo descender de la casa del árbol mientras se aproxima mi turno de columpiarme, solo aguardo a que bajen para registrar el momento. Siento tensión y algo de ansiedad. En mi cerebro, el hemisferio izquierdo me dice que me salga de la fila pero el derecho me ancla al piso y no me muevo...
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El Tungurahua, hacia la tardecita. Mucho más despejado. Foto tomada en Ambato e inmediaciones. |
Muy bueno!
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